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Procuro leer la prensa y demás medios de comunicación todos los días para estar al tanto de lo que ocurre en el mundo (en el mundo, en mi país, en mi ciudad, etc.). No hay nada más fruitivo, al menos para mí, que comenzar el día leyendo las páginas del periódico. Si puede ser más de un periódico, mejor que mejor. La lectura de los periódicos hacen que sepamos de qué pie cojea cada uno. En nuestro país, todo hay que decirlo, la libertad de expresión ha caído muchos enteros. Y, qué casualidad, esto coincide con la llegada del Partido Popular al Gobierno de la nación. Pueden decir misa si quieren, pero todos sabemos que es así. En el resto de los países de nuestro entorno se protesta, solidarizándose con nosotros, por la siempre temible represión de las libertades. Muchas noticias están sesgadas, cuando no intoxicadas, para la defensa, de bien sabemos, qué fines. Aquí se trata de salvar «el sistema». Que todo siga igual, que no se menee ni Dios.
Un claro ejemplo lo tenemos en las encuestas, la mayoría de las veces tendenciosas, con las que nos topamos en los medios. Nos preparan para que vayamos aceptando lo que es inaceptable. Para que volvamos al redil. Y aquí paz y después gloria.
Por eso mismo prefiero leer los artículos de opinión que las noticias propiamente dichas. Y lo hago precisamente por higiene mental. Para continuar pensando libremente. También tengo que reconocer que todavía hay medios que no se dejan sojuzgar, que resisten a los embates del silencio y de la censura. Éstos suelen ser los que no dependen de grupos económicos que puedan influir sobre ellos, sobre los medios, para salvar sus intereses.
Bien es cierto que con la llegada de Internet las cosas mejoraron, ya que tenemos voz para expresar nuestras ideas. Aquí también, ahora, quieren darnos el hachazo, y se reclama desde los gobiernos más reaccionarios que se controle lo que se publica en las redes sociales. Son gobiernos que temen a la libertad. Saben, porque lo saben de sobra, que lo están haciendo mal, muy mal y que siempre hay alguien para hacerles conocer el malestar de la ciudadanía.
Solo manifestar que nunca seré súbdito de nadie. Soy y me considero ciudadano, y todo lo que este término conlleva.
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