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A estas horas vespertinas en que todavía luce un sol resplandeciente, me dedico desde mi búnker a escribir estas líneas con cierto tacto y sin prisas. Opto por alejarme de problemas que ni me vienen, ni me van. Cierto es que a veces me divierten, siempre que no sean dramáticos, claro está. Pero también es cierto que el personal anda muy estresado. Leí en un ensayo que es bueno que la sociedad tenga un cierto nivel de tensión, que eso resulta beneficioso para la sociedad en su conjunto. Aquí no sé si darle la razón al autor de dicho ensayo o ponerlo en cuarentena. También hojeé un estudio intitulado «Hay que aprender a no tener razón». Esto lo veo algo más complicado. Para llegar a ese nivel hace falta un cierto grado de madurez intelectual. Nivel del que no todos pueden presumir. (Aquí permitidme que también me incluya yo).
Pero a lo que iba. A la paz interior. Esa paz íntima que todos buscamos afanosamente. Yo la encuentro en la lectura, en el acto fruitivo de escribir, la meditación… En tantas cosas que aunque nos parezcan insignificantes le dan estímulo y pábulo a nuestras vidas. A mi edad ya casi no miro para atrás -¿para qué?-, si a fin de cuentas lo que me interesa es lo que me queda por vivir, no lo que ya he vivido y superado. Siempre miro, pues, hacia adelante. Añado, también, que aunque uno solo se lo proponga, tarde o temprano necesitará el apoyo de los demás para cumplir sus objetivos. Vivimos en sociedad y sabemos que tenemos amigos que nos apoyan, pero también individuos que desean nuestro mal. A éstos mejor olvidarlos. Ni nos vienen, ni nos van.
Y para conseguir nuestros ansiados proyectos de paz interior, ¿cómo no citar la práctica del yoga? Algo fundamental en nuestro proyecto de vida. La calma, paz interior, sensibilidad para con los demás que se consigue con esta disciplina es suficiente para estar a bien con nosotros mismos. No es la panacea universal. Hay que ser constantes y perseverar. Los resultados nos harán sentirnos mejor. Más personas, que es a fin de cuentas de lo que se trata con la paz interior.
Por último resaltar que me he sentido enormemente complacido mientras escribía estas reflexiones que eran íntimas, antes de plasmarlas en este blog y ahora comparto con vosotros. Espero y deseo que os hayan servido de ayuda.